Lección 1     La Biblia - La Palabra de Dios 

Como nuestro propósito es examinar lo que enseña la Biblia, no deseamos ocupar el tiempo dando razones para aceptar la Biblia como la palabra inspirada de Dios. Damos por sentado que los lectores tienen un verdadero interés en la Biblia. Hay muchos libros disponibles que tratan acerca de la exactitud histórica de las Escrituras; muchos, también, que muestran la riqueza de evidencias que suministra la arqueología en demostración de la verdad de la narración bíblica. Sin embargo, la convicción plena y final nace de la percepción del mensaje de la Biblia. Es este mensaje el que queremos presentar al lector. La Biblia tiene algo que decirnos que no puede hallarse en ninguna otra parte. En ella el Creador habla a sus criaturas. La Biblia afirma que es una revelación divina y no una acumulación de pensamientos humanos. Por ahora no es importante saber cómo ha llegado hasta nosotros en el transcurso de los siglos. La historia de la traducción y transmisión de la Biblia puede leerse en otra parte. Frente a nosotros, en el siglo XXI, tenemos un libro que afirma que es la palabra de Dios. Ha existido en su forma actual por unos 1.800 años. En el primer siglo, el Antiguo Testamento era la palabra de Dios para los cristianos; a esto se añadió a lo que después llegó a ser conocido como el Nuevo Testamento. Juntos forman las "Santas Escrituras", la completa y totalmente suficiente palabra de Dios, la revelación de su propósito para con el género humano. Una palabra en cuanto al 'Antiguo' y 'Nuevo' Testamentos. Esta última palabra se entendería mejor como 'convenios'. El 'antiguo convenio' trata acerca de lo que Dios hizo con su pueblo Israel. Un 'nuevo convenio' se hizo por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo. Estos son los temas de las dos partes de la Biblia En general, podemos entender un convenio como un acuerdo; pero cuando Dios es una parte del convenio, entonces este documento tiene autoridad, confiabilidad, y certeza, lo que ninguna promesa o acuerdo humanos podría garantizar jamás. El Antiguo y Nuevo Testamentos son inseparables en el sentido que presentan aspectos del mismo propósito divino. Podemos considerar al Nuevo Testamento como la secuela esencial del Antiguo Testamento. No puede hablarse de reemplazar el uno por el otro. Hay un intervalo de más de 400 años entre el último acontecimiento histórico del Antiguo Testamento y el primer acontecimiento del Nuevo. Sin embargo, creemos que el mismo Espíritu de Dios causó que se escribieran ambas partes de la Biblia. Un estudio de la Biblia nos dejará sin dudas en cuanto a la armonía de todas sus partes. Sólo un lector desinformado afirmará que cualquiera de las partes contradice a la otra. Un solo tema recorre las Escrituras. Cada libro separado trata de un aspecto en particular del tema. Algunos libros son históricos, pero no obstante son parte del relato divino. Refiriéndose al Antiguo Testamento, el apóstol Pablo escribió: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16). Creemos que lo mismo puede decirse del Nuevo Testamento. Debemos leer la Biblia con la intención de averiguar cuál es su mensaje. Nos dice lo que se puede descubrir: "Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea [que él existe], y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6). Se nos pide que tengamos fe en Dios y que creamos que él nos habla por la palabra escrita. Sólo por medio de leer lo que él ha causado que se escriba podemos buscar a Dios y encontrarlo. No podemos aprender nada acerca de un propósito divino por otros medios. La naturaleza demuestra el poder de un Creador, pero no dice nada acerca de un propósito, aunque las cosas 'que son visibles' deberían dirigir al género humano hacia las cosas que 'están escritas' (véase Romanos 1:20). La revelación vino en los primeros siglos por medio de la palabra hablada, pero desde los días de los apóstoles sólo ha existido la palabra escrita. Es totalmente suficiente.

Como se acaba de citar, se nos dice que Dios es un galardonador de aquellos que lo buscan. La Biblia nos dice cuáles son los premios (o castigos) que da Dios. Sobre este tema no sabemos nada más allá de lo que se ha revelado. Hay muchas especulaciones, pero la verdad en cuanto al futuro sólo se ha de encontrar en las Escrituras. Está escrito que Dios "en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo" (Hebreos 1:2), y es por medio de la obra de Jesucristo que aprendemos cómo la vida y la inmortalidad han sido sacadas a luz.

Entonces, si deseamos saber quién es Dios y cuál es su propósito, debemos leer la palabra de Dios. Cuando Jesús estaba en controversia con los judíos, dijo: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Juan 7:17). Esto nos enseña que debemos tener una mente dispuesta, no a creer todo sin razón, sino a querer saber y entender lo que es verdadero. Un humilde deseo de conocer qué es correcto es el primer paso para obtenerlo.

Ahora bien, si estamos estudiando un tema en particular, leeremos los libros de texto apropiados y trataremos de entenderlos. ¿Por qué no hacer lo mismo con la Biblia? Es cierto que tenemos un gran libro de texto-más bien 66 libros en un solo volumen. Pero cada uno tiene algo que decirnos acerca de la voluntad y propósito de Dios.

Todos los libros que componen el Antiguo Testamento eran judíos. Es decir, fueron dados al pueblo judío. La mayoría de los libros del Nuevo Testamento fueron escritos por judíos y, como la mayoría de los lectores sabrán, el escenario principal de los acontecimientos bíblicos fue la tierra de Israel. Esto no significa que la Biblia sea sólo de interés local, y no debería predisponer a sus lectores.

Quizás no siempre se tiene presente que: 1. La revelación de Dios acerca de su propósito fue hecha a la nación de Israel. 2. El evangelio estaba (y está) basado en promesas que Dios hizo a esa nación. 3. Jesús era judío, vino a Israel como su Mesías, y dijo: "La salvación viene de los judíos". 4. Los gentiles, es decir, los no judíos, que creen y obedecen el evangelio llegan a ser la 'simiente de Abraham' y herederos de las promesas que le fueron hechas. Estos puntos serán tratados en forma más completa a medida que proseguimos. Ninguno que lea la Biblia puede dejar de ver su base judía, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

En conclusión, hacemos hincapié en que la Biblia no contiene 'revelación progresiva', en el sentido que muestre una creciente percepción de la verdad espiritual por parte de los hebreos, alcanzando su nivel máximo en la enseñanza de Jesús. Si la Biblia hiciera esto, sería más la palabra de los hombres que la de Dios. No; la Biblia es la palabra de Dios y revela un propósito en etapas progresivas, es decir, a medida que la historia avanza. En otras palabras, desde el principio de la historia humana ha estado desarrollándose un plan original, y continúa desarrollándose hasta que llegue a su término. Este plan, o propósito, tiene que ver con la tierra y la raza humana. Muestra la creación del hombre, la llegada del pecado y la muerte al mundo, y como ha planeado Dios la abolición de estos y otros males. La muerte y la resurrección de Jesucristo y el regreso de Israel  a la tierra son tres eslabones vitales en la cadena del propósito divino.

El mensaje de la Biblia es para todo el que quiera oírlo. Si oímos lo que dice, y actuamos de acuerdo con lo que oímos, entonces tenemos esperanza de salvación.

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